
El gran profesor
Albert Einstein fue el más notable hombre de ciencia del siglo XX. Un pensador notable dijo a sus alumnos que “Si Dios creó el Universo y Newton lo explicó, este modesto profesor alemán lo ordenó”.
Albert Einstein fue el más notable hombre de ciencia del siglo XX. Un pensador notable dijo a sus alumnos que “Si Dios creó el Universo y Newton lo explicó, este modesto profesor alemán lo ordenó”.
En más de medio siglo de ejercicio profesional -y más años de vida- me han endilgado toda suerte de cualidades y he sido objeto de casi todos los calificativos, pero “nefasto” francamente nunca.
¿Qué tanto podemos recuperar del pasado? ¿Es el pasado –el personal o el colectivo- un país extranjero donde todo tiene un aire diferente? Puede ser o no. Lo indudable es que para algunos siempre tendrá un atractivo múltiple: de la ensoñación al horror, del olvido imposible a la recuperación posible.
Janet Cooke y Jayson Blair fueron protagonistas de episodios que se han dado y se darán en todos los medios de comunicación del planeta, pero se resguardan como penosos secretos de familia. Los conocemos cuando su naturaleza explosiva impide confinarlos a las redacciones.
El pasado 2 de octubre fue el 154 aniversario del nacimiento de Gandhi -cuya intensa cercanía con su pueblo Waldo Frank atribuyó como rasgo semejante en Lázaro Cárdenas- y ninguno de los grandes diarios “nacionales”, por supuesto tampoco los menores, ni los grandes diarios “estatales”, ni los sistemas informativos de radio y televisión, incluidos los llamados “públicos y culturales”, dedicaron espacios al recuerdo de su obra.
El hallazgo de Sinhué el egipcio me encendió la imaginación. Lo leía y releía a todas horas y en todas partes para desesperación de mis atribulados padres, quienes -entre otras lindezas de su pequeño maniático- debían soportar la vergüenza de que me escapara de las comidas familiares para perderme en páginas que todavía hoy puedo citar de memoria: “Nefer, Nefer, Nefer … no podía sino repetir el nombre de la amada …”
En una era en donde a los héroes se les mira con un dejo burlón y se quiere reprimir más que imitar a los diferentes, la biografía de John Reed, autor de México insurgente y Diez días que estremecieron al mundo, puede resultar tan abrumadora como un largometraje pasado a alta velocidad en donde las imágenes se persiguen unas a otras hasta marearnos.
Edmundo Valadés, genial creador de la revista El Cuento, sostuvo que en un cuento, la única posibilidad que el autor tiene de ser reconocido pasa necesariamente por el estilo.
Publico la columna “Juego de ojos” semana a semana desde 1997. Tomé prestado el nombre al gran Elías Canetti, premio Nobel de literatura 1991. Este búlgaro sefardita, uno de los pensadores renacentistas de nuestro tiempo, fue, para mi, la encarnación del “deber moral de ser inteligente” del que nos hablaron John Erskine y Lionel Trilling.
“Juego de ojos” es una mirada sin compromisos a la vida desde mi propio observatorio.
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